Aquí está ya la crónica de mi experiencia en el XXVII Maratón Internacional de la Ciudad de México, que como ya les he contado, fue mi segunda carrera de esta distancia.
26/sep/2009 – Todo ayer me la pasé comiendo: fruta, jugos, pasta, pan, papas, mermelada, hot cakes, seguí al pie de la letra la dieta pre- competencia que venía con mi programa de entrenamiento. Nada de café…¡Moría por un capuchino!
Fui al Sope a trotar sólo unos 3 km, llevé mi Ipod+ al gimnasio a calibrar y volví a mi casa a descansar. En la noche me sentía super nerviosa, acomodé todas mis cosas y a las 11 me acosté a esperar que me diera sueño.
27/sep/2009
5:20 AM – Desperté, tomé mi desayuno: dos rebanadas de pan tostado con mermelada y un plátano (Más vale llevar el estómago ligero), preparé un litro de Vida suero oral y comencé a tomarlo.
6:00 AM – Pasaron por mí.
6:15 AM – Llegué al Zócalo, llevé mis cosas al guardarropa, ahí me pescó una reportera de Televisa y me preguntó qué necesito para correr un maratón (obvio me tuvieron un buen rato hablando al respecto) , después escribí con plumón indeleble en mi antebrazo la estrategia de carrera que había conseguido previamente en esta página buenísima: http://eifler.com/marathonperfect
6:30 AM – Pasé a los baños, aprovechando que muy poca gente había llegado (¡es la primera vez que veo un Sanirent limpio!) y me puse a calentar: estiramientos, trote suave, chequé bien la rodilla que me podía dar problemas, platiqué con las señoras que iban llegando.
A las 7:30 nos pasaron a la salida a todas, pues en esta carrera salen las mujeres 45 minutos antes que los hombres, entonces yo estaba hasta adelante, volteé hacia atrás y vi que éramos muy pocas, a pesar de ser el maratón más concurrido del país sólo unas 200 mujeres de entre 10 mil asistentes lo correríamos completo. Me sentí super orgullosa.
En esta foto aparezco a la derecha tomándome las manos, con un brazalete amarillo, justo atrás de una señora que está frotándose las piernas, tengo una camiseta turquesa.
Dieron el disparo de salida y la emoción me pedía correr rápido, pero yo me controlaba y recordaba que mi objetivo era correr en negativo, los primeros 3 kilómetros debía correrlos a 5:42, pero mis piernas volaban y yo me esforzaba por bajar el paso.
Salimos del centro y cuando llegamos a Tlatelolco me sentí muy feliz, no sabía lo que vendría después pero estaba con muchísima energía, satisfecha de estar corriendo. Pasamos fuera de mi casa y busqué a alguien conocido: el señor de la tiendita, el poli del OXXO, los vecinos, pero era muy temprano y no había casi gente en la calle. Los primeros cinco kilómetros los hice a 5:14 min.
Disfruté mucho los siguientes kilómetros: Reforma y Chapultepec planos y hermosos, en ese momento venía rebasándome con una señora extranjera de unos 50 años con un minishort y top y ¡Cero grasa en el cuerpo!, me imaginé la cantidad de maratones que traía en las piernas, se le notaban. Más adelate la rebasé y al final le gané por unos 10 minutos ¡Bien! Desde el km 5, a la altura de mi casa hasta Patriotismo, en el km 15 llevé un ritmo constante de 5:32 min/km.
Tomamos Revolución y, a pesar de que siempre me quejo mucho de que la ruta pase por esta calle tan sin chiste, ahora la agadecí, pues es casi plana. Pero al llegar a Mixcoac mi maratón dio un cambio total: en vez de ir hasta Ciudad Universitaria, nos hicieron subir por los puentes de Churubusco para luego serpentear en la Narvarte y Portales y terminar en Tlalpan hasta Pino Suárez.
PESADILLA DE PUENTES
No se bien todavía cuántas subidas fueron, pero yo sentí 20, 20 puentes altos y pesados, uno detrás de otro. Al llegar al kilómetro 21, cerca de la Alberca Olímpica, sentía un cansancio que ni mis corridas de 32 km me habían provocado, abrí el paquete de gel de fresa- plátano y comencé a comerlo, nunca antes lo había probado y el sabor no es muy bueno, pero al menos mejor que el de capuchino que tomé en mi maratón pasado. Pasé por la marca del medio maratón con tiempo de 1 56´11´´, casi 10 minutos menos que en mi medio maratón de León en agosto.
Tomé la mitad del paquete de gel y metí el resto en la bolsa trasera de mis likras, donde se derramó un poco y me dejó toda pegajosa. Eran ya las 9:40 am y el sol no se veía, había una brisa fresca, un poco más humedad ambiental de lo normal, el clima era perfecto, casi irreal en esta ciudad o en cualquier otra a ésas horas.
Esperaba que llegara ése momento «mágico» en que, después de mucho dolor, dejo de sentir las piernas y comienzo a sentir que voy sobre una turbina, que mi cuerpo avanza como empujado por una fuerza ajena, pero no llegó, esta vez sentí el ácido láctico desde el km 21 y hasta el final.
NO TE VEO, PARED
Había escuchado que «la pared» anda por ahí del km 36 y al pasar por ahí me volteé hacia otro lado, vi al cielo, a la gente, entonces un señor frente a mi tenía una botella de Coca de 600 ml en la mano y la acercó a mí, no había querido tomar más que Gatorade y agua, pero se la acepté, le di un par de tragos y disfruté mucho la sensación fría en mi boca.
Unos pasos más adelante me encontré con el «Oasis Telcel», un lounge donde me dieron una esponja húmeda con la que enjuagué todo mi cuerpo sudado, pasé despacio bajo los aspersores de agua y salí con energía renovada, en ése momento tomamos Tlalpan y supe que la meta era mía.
Los siguientes kilómetros me concentré en la idea que me había propuesto en el km 32, de limpiar mi mente y pensar en que esta era sólo otra carrera de 10 km, olvidar los que había dejado atrás y dar todo en estos, pero las piernas ya no respondían igual, cada vez tardaba más en ver los letreros de km.
ÉCHALE NIÑA
Casi al llegar al paso a desnivel que te lleva a Pino Suárez un señor me gritó ¡Échale niña! y me motivó recordar que, de entre 10 mil corredores, sólo unas 20 chicas de mi grupo de edad (18-24) estaban corriendo el maratón como los grandes, sobre sus pisadas, vi a mi alrededor y estaba rodeada casi sólo por hombres, hombres fuertes y con evidente experiencia en esto, eso le dio la última recarga a mis piernas y comencé mi sprint a la meta.
Los últimos 500 metros recuerdo haber corrido como en pista, con la zancada más amplia que nunca y escuchando gritos de las porras, levanté mis brazos, vi hacia arriba y crucé la meta, feliz.
El resto del día se me fue entre un masaje delicioso, desayuno en El Popular patrocinado por Citlalli, paseo pintoresco por el Centro, tomar litros de jugo y volver a mi casa para un baño de hielo y una laaarga siesta. Estoy feliz, se que mi objetivo era romper la barrera de las cuatro horas y, aunque mi tiempo fue 4:00:48, se también que entrené para un maratón plano y, a pesar de las miles de subidas, mantuve buen ritmo y me alejé solo 4 minutos de mi plan, eso funciona para mí, se que en esos 42.195 kilómetros se quedó toda mi energía, di todo lo que traía hasta el final, no me quedé nada y eso me deja totalmente satisfecha.
Al final me enteré de que quedé en quinto lugar de mi grupo de edad, en 83 de 920 mujeres de mi rama y 1109 de 5598 de corredores de la prueba en general. Excelente para una principiante.
Citlalli corrió su primer Medio Maratón y lo hizo en 2:09, un gran tiempo para alguien que lleva apenas seis meses entrenando, ella es mi super amiga y compañera favorita de carreras largas ¡Corre 32 km y después quiere ir a andar en bici! jaja por eso y más la adoro.
Estos chicos medievales tocan increíble y nos pusieron a bailar un rato.
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