CRÓNICA DEL MARATÓN DE BOSTON 2017

Boston, ¡mi primer Boston! Podría ser un maratón más, tiene 42 kilómetros, sudor y vasitos de agua igual que cualquier otro, pero entonces, ¿qué lo hizo tan único? Por varias circunstancias, el Maratón de Boston se convirtió en el evento que más he planeado y esperado en mi vida reciente, así de fácil. El camino a él comenzó en 2012, cuando por primera vez me quité la etiqueta de “lenta” de la frente y decidí que (si trabajaba lo suficiente), algún día pisaría Boston. ¿Y qué tiene de especial? ¿Para qué esforzarse tanto por un simple maratón? Lo más importante de Boston no es Boston, sino el camino que necesitas recorrer para llegar a él, durante ese proceso, me volví una mejor corredora y persona, y solo cuando estuve pulida y lista, Boston me dio el derecho de pisar su mítica ruta.

Pero basta de cuentos, aquí va mi crónica del viaje.

El maratón se correría el lunes 17 de abril, el jueves al mediodía fui a ver a mi kinesiólogo, quien me dejó lista y alineada, el viernes me levanté a trotar 5K en la caminadora de mi casa, terminé la maleta y me fui con mi mamá al aeropuerto, donde me encontré con Fer, mi entrenador y Dani, mi amigo de entrenamiento que fue a turistear y echar porra. A las 12 de la noche aterrizamos en Nueva York, pasamos migración en 10 minutos y un primo de Fer nos dio ride a Penn Station, donde tomamos el tren nocturno a Boston. Me acomodé en un sillón enorme, me puse el gorrito de la sudadera y solo volví a abrir los ojos a las seis de la mañana, con los primeros rayos de sol sobre los pueblitos más antiguos de Estados Unidos. Al fin llegamos, un poco molidos, dejamos las maletas en el hostal y encontramos un pequeñísimo y delicioso lugar donde nos sirvieron sándwiches con huevos estrellados, tocino y guacamole. Eso y un café y revivimos, nos fuimos a echar porras al 5K que corren familiares y amigos de los maratonistas. El nivel estaba impresionante, ¡rompieron el récord varonil estadounidense en la distancia!

Caminamos por el Boston Common y Dani estaba impresionado por la competitividad, nivel y nulo porcentaje de grasa de cada corredor que veíamos trotando por todas partes. Más tarde fuimos a la expo, donde me dejé ir tantito con las compras y me encontré con Pris, mi amiga corredora de Querétaro, vimos a Kathrine Switzer, primera mujer en correr oficialmente Boston, quien estaba celebrando los 50 años de su hazaña. La vi y desde el fondo de mi corazón le agradecí haber sido pionera de mi pasión. El sábado sefue en descansar del viaje, la prioridad era estar enfocada para la carrera.

El domingo a las 8:30 teníamos un trote con los mexicanos que correríamos Boston, desde que llegué y comencé a saludar amigos, conocidos y nuevos conocidos, sentí elevarse la energía y la emoción, esperamos unos minutos a que llegaran todos y arrancamos a correr. Ernesto, de Monterrey, traía una bocinita y una gran mezcla de música en español, íbamos todos platicando, cantando, riendo, el sol se asomaba cuando llegamos a la orilla del Río Charles, lo bordeamos hasta un muelle donde paramos para tomar unas fotos con las banderas, emprendimos el regreso y, al subir un puente, ¡nos topamos con Meb! Más euforia y emoción, nos tomamos una foto, le deseamos éxito y seguimos. Sentía mi corazón latir cada vez más intensamente, cruzamos la meta de vuelta, Ernesto puso el Cielito Lindo, nos abrazamos y cantamos. Esto me llenó mucho. Tanta gente tan admirable y fuerte, tanta energía, tanto amor. Fotos, buenos deseos y hasta mañana. Volví a bañarme al hostal, desayunamos y salimos al Fenway Park, a mi primer partido de los Red Socks, muy divertido, de ahí a la cena tempranera de carbs con amigos (pasta con tomate y mucha agua) y a dormir. En el hotel me metí a bañar com la música que más feliz me pone, y bajo el chorro de agua caliente hice un repaso de mi camino a Boston, agradecí mucho poder estar ahí viviéndolo con la gente que más amo y amigos increíbles, me unté crema de mentol que me relaja los músculos, escuché un audio de meditación y me dormí temprano. Mi salida del maratón sería a las 10:30 y debía tomar el camión de 8:40 a tres cuadras de mi hostal, así que podría dormir mucho y bien. Poco después de las 10 caí rendida.

A las cinco de la mañana, me desperté de golpe, con nervios como de Día de Reyes, bajé a la cocina por un poco de agua y jugo y ya decenas de corredores caminaban de un lado a otro frenéticos: el desayuno había comenzado a las 4:30 y solo veías circular bagels, waffles, fruta, pomadas, plátanos, geles y gomitas. Me sentí un poco ofuscada y huí a mi habitación. Respiré, me relajé lo más que pude y me volví a dormir. A las seis y media desperté, me bañé y noté la temperatura: ¡ya hacía calor! Me puse el más pequeño (y cómodo) de mis shorts, la playera que me hizo Sofi, pomada, mis tenis Boston y llegó Pris a desayunar, me hizo unas trencitas, comí una galleta con proteína, un bagel con mermelada, plátano, jugo y café, nos despedimos de novio y mi mamá y caminamos a los camioncitos nerviosas y emocionadas, como niñas en su primer día de escuela. La expectativa daba comezón, en serio era demasiada.

El sol ya se sentía intenso, no había nubes, subimos al camión y viajamos poco más de una hora hasta Hopkinton, pueblo del que saldría el maratón. Llegamos y moríamos de ganas de hacer pipí, pero la fila era como de 50 personas en cada baño y faltaban menos de 20 minutos para nuestra salida. Decidimos ir a los bloques, caminamos varias cuadras y al fin descubrimos unos bañitos medio ocultos y con poquita fila. Pasamos rápido, Pris se fue a su corral y yo me quedé con mi grupo. Pasé a mi corral ¡y estaba en el primer bloque en primera fila de mi oleada! Eso me puso más nerviosa, pero me encontré a dos mexicanas a mis lados, platicamos un poco, nos deseamos éxito, me puse los audífonos, escuché una canción para concentrarme y elevar la energía, esperé los cinco minutos más largos…3,2,1 ¡PUM!

Salimos disparadas pero no apretadas, sabía que los primeros kilómetros eran de bajada y que debía evitar acelerarme para no pagarlo al final, encontré un ritmo cómodo y dejé que me rebasaran. Había porras a los costados de la carretera desde el primer metro, me quité los audífonos varios kilómetros. A pesar de ser una trayectoria de “bajada”, las subidas cortas eran constantes, pasé el kilómetro cinco por ahí de los 22:57 minutos sintiéndome sobrada, crucé el 10 en 46:18, seguían las porras, decenas de niñitos rubios con los bracitos estirados para que chocaras las palmas, pero yo quería enfocarme en mi carrera.

811950_1125_0019 Por Chicago estoy acostumbrada a porras locas de mexicanos con banderas y gritos en español, acá la cosa era distinta, muy, muy estadounidense, decidí ponerme los audífonos y concentrarme. Cuando llegué al kilómetro 21 me sentí cansada (en ese punto en los maratones siempre me siento sobrada), esta vez fue algo raro, no me dolían las piernas, pero la ruta y el calor ya me tenían algo golpeada. Comencé a repetir en mi mente “estás fuerte, ligera y poderosa”, trataba de concentrarme pero me resultaba complicado, entonces pensaba en toda esa gente que me decía  “ya clasificaste, Boston es tu fiesta, disfrútala” y de verdad que eso no se sentía para nada como una fiesta, no lo estaba sufriendo, pero era una sensación rara, la ruta era técnica y complicada de principio a fin. Total que me puse los audífonos y dije “Araiz concéntrate, sabes perfecto cómo hacer esto y lo vas a hacer chingón” y me puse a repetir una y otra vez mis frases: «Estás fuerte, ligera y poderosa y hoy es un gran día para correr un maratón». La otra voz en mi mente decía “solo llega al 30, solo al 30”.812031_1163_0047

Tenía calor y, aunque me había hidratado en cada puesto de abastecimiento, sentía la lengua seca, sabía que estaba ya un poco deshidratada. Entonces, cuando el sol golpeaba más el pavimento, comenzaron a abrir los hidrantes en las calles y algunas personas salieron de sus casas con mangueras enormes, yo nunca me paro bajo esos chorros, pero esta vez lo hice y hasta esperé unos segundos a empaparme, unos minutos después, ya estaba totalmente seca. Empezaron las colinas más fuertes que anunciaban la llegada de la famosa Rompecorazones. Al subir vi que mi ritmo se iba hasta los 5:30 o 6 minutos por kilómetro.

811951_1012_0017Entonces tuve una pequeña negociación interna: Dejaría de ver el ritmo y comenzaría a guiarme únicamente por las sensaciones de mi cuerpo, haría el tiempo que mi cuerpo me permitiera y lo terminaría dándolo todo pero sin martirizarme. Y así lo hice: comencé a ver en el TomTom solo los kilómetros recorridos y el tiempo total y me quité de encima el tiempo por kilómetro, entonces mi cuerpo empezó a fluir mejor, aceleraba ligeramente en las bajadas y ponía toda mi fuerza en las subidas. De pronto llegó una niña de Costa Rica y se pegó a mi en una subida, se veía fuerte y determinada, decidí unir fuerzas y así lo hicimos varios kilómetros, sin voltear ni decir nada, solo dándolo todo en un silencioso par de desconocidas. Más adelante me encontré a Claudina, una amiga que admiro mucho, quise irme con ella, pero me dijo que se estaba sintiendo muy mal y que solo estaba pudiendo caminar y correr, pues se había enfermado días antes y el calor le estaba pegando mucho. Le deseé éxito y continué.

811931_1232_0026De pronto, sin darme cuenta, ya estaba subiendo la Rompecorazones, las porras eran intensas y yo solo veía al frente, daba pasos constantes, cortos e intensos y me enfocaba en toda la fuerza de mis piernas y corazón. Entonces vi frente a mí el letrero perfecto: If you think today’s weather is HOT, you haven’t seen you BUTT lately!! xD me dio mucha risa y le agradecí a mi trasero ser fuerte y poder con eso y más. En ese momento, lo que me mantenía enfocada eran mi porra, conformada por mi mamá, mi novio y mis amigos, que estarían en la milla 22, justo tras la bajada de la Rompecorazones, pensaba en llegar a verlos y de ahí echarme “un trote de afloje” hasta la meta. Seguí y seguí, allá arriba recordé lo que había pasado en los últimos cinco años, lo que tuvo que suceder en mi vida antes de que estuviera completamente lista para merecerme Boston. Recordé los momentos en los que estuve débil, triste y lastimada y pensé incluso que nunca volvería a correr igual que antes, me vi y lloré de alegría, porque supe que no había vuelto a ser la misma de antes, sino que era más fuerte que nunca. Vi a la izquierda y apareció un japonés con un cartel que decía You are on the top of Heartbreak Hill” muchas personas comenzaron a gritar “You made it!” y sonar campanitas, disfruté la vista desde la cima y el descanso de la bajada después de ella. Llegué a la milla 22 y nada, no veía a mi familia, seguí adelante como un kilómetro y por fin los vi: gritando, felices y emocionados, me emocioné también, me acerqué, choqué palmas con todos sin detenerme y permití que su cariño y energía me llevaran hasta la meta.

812025_1124_0029Volví a ver el TomTom y comencé a apretar el paso en medida de lo posible, di un arrancón de cien metros para reactivar las piernas y me bajé de 5:29 a 5:11, a 5:00 y cuando iba en el kilómetro 40 y por fin me acercaba a la mítica señal de Citgo que te avisa que la meta está cerca, sentí un oído tapado, intenté tragar saliva y nada, de pronto se me tapó el otro, entonces me sentí un poco mareada.

811941_1317_0029Volteé a la derecha y vi a una chica desvanecerse en los brazos de un voluntario, decidí algo: “Me voy a ir a este pasito por esta línea de aquí a la meta, punto”. Y así lo hice, solo viendo al frente, di la vuelta a la derecha en la calle Hereford, un poquito más, y a la izquierda en Boylslton, síiiiiii carajoooooo, META A LA VISTA, AL FRENTE, SOLO CORRE AL FRENTE, UN PIE TRAS OTRO, APRIETA, UN POCO MÁS, CIERRA, DURO, ESO, LO LOGRASTEEEEE!!!!!!!!811985_1102_0024

Levanté los brazos y, apenas crucé, sentí que me dolía hasta el cabello. Caminé dos pasos y vi a Cristina Mitre, a quien admiro mucho pues, según yo, tenemos vidas paralelas. Le dije: Tú no me conoces pero te admiro y te voy a abrazar. La abracé y me abrazó, le di las gracias y seguí mi camino, pasitos cortos y dolorosos, quería sentarme ahí mismo en el piso, veía las sillas de ruedas y quería pedir una, pero no tenía nada lastimado, seguí caminando, me senté en una banqueta un poco y me dijeron que no podía estar ahí, que me podía marear, que siguiera, caminé y me daban comida y mil cosas y yo solo quería una cerveza pero no había, tomé un Recovery de vainilla de Gatorade y caminé hasta donde buscaría a mis amigos y familia. Antes de llegar me acosté en el piso y descancé al fin. No me sentía ni satisfecha ni emocionada, solo tenía en la mente un «¿Qué fué eso que acabo de vivir?» Era como si acabara de correr mi primer maratón, fue tan duro e intenso y me costó tanto como el primero. Entonces llegó un señor a vomitar a un ladito de mí jajaja, me paré rápido y me fui a reposar mis adoloridas carnes a otro pedazo de banqueta. Ya no me quería mover y mis amigos estaban como a dos cuadras (una eternidad en ese momento), le escribí a mi novio para que fuera por mí y me quedé viendo el cielo y un árbol. En blanco. Porque así te dejan los maratones cuando los corres con todo lo que traías. Como un cuaderno nuevo, limpio y renovado para lo que venga, pero también golpeado como si hubieras vivido un ritual de iniciación cholo. Así mero me sentía.

Total que llegó novio por mí, me apreté la capita porque me congelaba, me encontré con mi mamá y mis amigos y nos fuimos a comer algo, comí sin hambre y no me supo a nada, ni vendían cerveza en ese lugar y yo solo eso quería, después llegamos al hostal, la cosa mejoró tras un baño laaaaargo y muy caliente, cremita de mentol en todo el cuerpo y ropa limpia, me recosté un poco y nos fuimos al Fenway Park a la fiesta post maratón, ahí POR FIN me tomé una buena cerveza y un hot dog que me supo a gloria, reviví, platiqué, reí y sentí que me volvió el alma al cuerpo. Entonces vi que me felicitaban porque resulta que fui la mexicana número 19 en cruzar la meta y Runner’s World publicó la lista en su sitio, yo no había estado tan enfocada en el tiempo, sino más en sobrevivir jaja, pero vi que no me había ido mal, ¡había vuelto a clasificar y con un minuto menos del tiempo con el que había clasificado en San Francisco!

Me di una palmadita en la espalda por eso, pero sobre todo le agradecí demasiado a Boston la enseñanza que me dejó. ¿Cuál fue? Fue un gran golpe de humildad, después de tanto tiempo y tantas carreras, me recordó que siempre seré principiante, que el maratón nunca se termina de dominar, que debo prepararme más y entrenar mucho más duro y que, aún así, siempre habrá condiciones externas que no puedo controlar y que, a pesar de todo eso, debo disfrutar el momento, entregar siempre lo mejor de mí y celebrar la fortuna de estar viva y corriendo.

Gracias por acompañarme en esta aventura y aventarse la mega crónica que me tardé días en digerir.

Felices kilómetros.

Publicado por Araiz

Periodista, bloguera y 27 veces maratonista. Xalapeña apasionada del café, viajar y correr.

25 comentarios sobre “CRÓNICA DEL MARATÓN DE BOSTON 2017

  1. Genial Araiz… eres una de esas mujeres que de verdad inspiran… y hacen que uno sueñe con poder lograrlo…. la perseverancia y esfuerzo es la clave y mucho corazón…
    Saludos Cecy!…

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  2. Mil felicidades Araiz!!!! Saber lo que viviste para llegar ahí y leer tu crónica es simplemente increíble!!! Una gran inspiración. Muchas felicidades y que vengan más kilómetros felices!!

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  3. Muchas felicidades Araiz!!! Quienes te conocemos desde tus inicios y tu trayectoria te admiramos aún más. Por tu coraje, decisión y fuerza en tu vida. Realmente una inspiración para saber que si quieres conseguir algo se puede pese a las circunstancias desfavorables que nos encontramos.

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  4. Muchas felicidades, disfruté tú crónica de inicio a fin, eres una gran corredora y ejemplo a seguir, gracias por compartir este momento con todos los que te leemos e inspirarnos para un día alcanzar ese unicornio 🦄
    Saludos

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  5. muchas felicidades Araiz, lei tu cronica completita! nada aburrida y muy emocionante para lo que traemos en mente Boston, este septiembre aplicaré con un tiempo de 3:54 y ya me piden 4:00 hrs, es un gran sueño! nuevamente muchas felicidades y tienes toda la razón somos unos principiantes siempre! 😀

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  6. Araíz, excelente y genial tu desempeño en Boston, igual que tu crónica. Felicitaciones. Un abrazo y a seguir aprendiendo con cada maratón.

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  7. ¡¡¡Muchas Felicidades Araiz!!! Nunca dejas de sorprenderme y siempre es de una manera muy grata. Gracias por ser una inspiración para mí.

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  8. Felicitaciones que lograste clasificar a Boston 2017, que llegaste, que la corriste, que te la disfrutaste y que clasificaste nuevamente, Es un sueño lindo y tu post inspira a seguir luchándola. Gracias :*

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  9. Qué tal Araiz, te he seguido intermitentemente desde el inicio de tu blog y tus videos para preparar batidos. Hoy encuentro una Araiz más real y eso me da gusto, porque al final del día cuando dejemos de aprender y dejar de buscar la mejora en nosotros mismos, se acabará todo. Buena entrada de blog y felicidades por las horas que tuviste que entrenar y todos esos kliómetros que corriste para llegar a conocer la historia del unicornio en vida propia. Saludos

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  10. Araiz…..felicitaciones. te sigo en instagram….me encanta tu crónica….yo amo correr es mi vida….he hecho solo una maraton en mi vida… pero voy por mas….y como dices tu.. felices kilómetros.

    Un abrazo

    Ana Cristina

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  11. Felicidades Araiz! Yo te sigo desde hace como un año y medio pero has sido por mucho gran inspiración para no «dejar de correr», gracias a tus crónicas me animé a correr 2 Spartans y voy por el tercero, yo toda mi vida he corrido porque me gusta y nunca me he puesto una meta en particular, ni voy por medallas, ni por maratones. Pero he aprendido que correr es como vivir. Cuando uno cree que lo sabe y domina todo la vida llega con algo nuevo para sorprenderte, a veces las lecciones son dolorosas, otras menos pero finalmente la vida es así, subir, bajar, aprender. Te admiro y deseo que sigas por mucho acumulando kilómetros a tu vida.

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  12. muchas felicidades por ese maratón y por reconocer que siempre somos principiantes, realmente me sacaste unas lagrimillas tu crónica fantástica y me llega en un momento complicado en mi vida, sobre todo mi vida como corredor. Arriba y «pa’delante»…mil felicidades!!!

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  13. Hola araiz! gusto en saludarte, tenia varios meses de no seguir tu recorrido pero te FELICITO ARDUAMENTE por ese coraje que tienes por sacrificar todo tu esfuerzo en un maratón y ser parte MOTIVACIONAL para yo seguir entrenando y correr mi primer MARATÓN que tanto deseo, eh corrido 9 medios maratones en varios estados y un 26 k banorte en cd. de mexico. Muchas gracias por compartir todas tus anecdotas.
    Tienes algunas tip¨s o recomendaciones en especial para correr un primer maraton, aparte de motivacion.
    SALUDOS DESDE TABASCO.

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  14. Me encantó! Me emocionó leerlo. Hace un par de años que abandoné el correr principalmente por tiempo. Quiero retomar! Y me recordaste lo feliz que se es corriendo.
    Éxito en Toronto, yo me mudé acá hace dos años pero ya no alcanzo a entrenar para Octubre. Le pondré ganas a la carrera del 2018.
    Un abrazo!

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