Crónica del Medio Maratón de Ciudad Juárez

Hace varios meses, Elsa Pinela, una corredora que solo conocía por Facebook, me invitó a correr y conocer el Maratón de Ciudad Juárez. Hicimos todos los trámites y el viernes pasado, a una semana de haber corrido Chicago, estaba volando a Juárez, emocionada de conocer ese punto tan lejano y misterioso para mí.

Aterricé a las seis del viernes, me recibieron muy lindos y nos fuimos a cenar mariscos. Ahí conocí a la gente de Juárez Running, un grupo de corredores con unos 300 integrantes, que Elsa fundó hace tres años, está creciendo sin parar y promoviendo la organización de más eventos en aquella ciudad.

El sábado salí con Elsa a trotar por la mañana, corrimos en El Chamizal, un área que Estados Unidos le devolvió a México en los años 70, y también por la orilla del Río Bravo. Sí, dos mujeres solas, con ropa pequeña corriendo entre el río y la carretera. Y no sentí ningún peligro.

Por la tarde di una pequeña plática en la entrega de paquetes, un reportero del diario local me hizo esta entrevista, conocí un par de lindas historias y decidí que correría el 21K, me sentía con mucha energía, muy recuperada de Chicago y con ninguna lesión. Ya no había números, pero una chica que decidió no correr me donó el suyo y recogí el paquete. Olvidé llevar mi pasaporte, así que no pude ir a El Paso de compras :(, pero comimos con los del grupo y me fui al hotel a las siete, me metí a la tina y me dormí temprano.

Por la noche llovió, así que la desértica Juárez amaneció fresquecita y con unas cuántas nubes, perfecta para correr. Calenté con el equipo, que ya tenia un enorme puesto de porras armado para animar maratonistas, se levantaron desde las 5 para pintar todo el asfalto con gises, estaban muy emocionados y lo transmitían.

Me fui a la salida, esperé el disparo y salí feliz. Los kilómetros salieron fácil, mi objetivo era mantenerme entre 5 y 5:20 y lo estaba logrando sin mayor esfuerzo. Corrimos hacia el centro de la ciudad, pasamos por la Avenida Juárez, donde estuvo el Noa Noa y ahora hay un mural de Juan Gabriel que me encanta, llegamos al edificio de la antigua aduana, la catedral y salimos hacia la carretera, corrimos por orilla del Río Bravo y emprendimos el regreso. El viernes, Francisco, un chico del grupo, me había dicho que nos fuéramos juntos, pero yo lo vi tan flaco y fit que le dije que no, que él correría más rápido. Yo no he corrido muchos 21K y todavía no domino cómo administrarme para la distancia, así que decidí cortarlos en tres partes de 7K, los primeros salen fácil, me enfoco en mantener el ritmo que me propuse y no dejar que la emoción me acelere. La segunda parte es la que me parece difícil, pero fui escuchando música y no la sentí pesada, pronto ya estaba en los 16K, el sol comenzaba a asomarse entre las nubes y entonces Francisco me alcanzó, corrimos un poquito juntos, lo dejé, luego paré por agua y me dejó, y así nos echamos la carrera, acompañándonos a tramos. Me ayudó a no perder el ritmo. También me ayudaron un montón estas dos canciones, casi solo esas escuché.

Ya para el último kilómetro, pasé por la porra de Juárez Running y sus gritos me recargaron la pila.

Tras una vuelta se asomaba la meta, solo íbamos un chico y yo, apreté el paso, él me siguió, y cerramos con todo juntos. Nos felicitamos cruzando el arco, fui por masaje, un plátano y a echar porras a los que faltaban.

Los 21K salieron en 1:47, quedé en cuarto lugar de mi categoría :D, mucho mejor que en Chicago la semana anterior y cada vez más cerquita de mis días más veloces :). Siempre he pensado que correr una carrera el fin de semana después del maratón, con el coctel de endorfinas que aún traes circulando, además de que ya liberaste la presión del evento, te hace tener un buen rendimiento y, sobre todo, disfrutar muchísimo la prueba. Así me pasó a mí.

Me gustó mucho la carrera, la altimetría y el clima la hacen simple y buena para romper marcas, y la gente le da un ambiente único. Tanto los juarenses como los rarámuris que viajan a correrla. Lo único que propondría mejorar es aumentar puestos de hidratación, debe haber uno cada 2.5, de ahí en fuera todo estuvo perfecto.

Terminando fuimos a desayunar, me di un baño y salí con dos pendientes muy importantes: Comer un burrito y tomar una margarita, ¿por qué? Porque aquí nacieron ambos. Fui al bar Kentucky, que tiene una barra de un barco antigüo, entré en medio de un grupo de bikers, me senté en la barra y tomé la margarita más rica de mi vida. Quería otra, pero tenía que estar en el aeropuerto ya. Me despedí de Juárez contenta, satisfecha y con muchas ganas de regresar.

Gracias a todos los que hicieron de este un fin de semana único y a Gas Natural por realizar un evento de primera calidad en el Norte del país.

Y ustedes anímense a correr en Juárez, no se dejen llevar por lo que dicen las noticias, vivan su país y véanlo con sus propios ojos.

Felices kilómetros