¡Los entrenamientos rumbo a Chicago comenzaron y yo no puedo estar más animada!
Esta semana tocaron tres días en la pista (uno con lluvia me tocó en caminadora :S), dos de trote suave que hice en exteriores al amanecer (delicioso) y uno de…..¡DISTANCIA LARGA! Los primeros 24K los corrimos en el Ocotal con la visita de Fer, nuestro coach, que vino de Puebla para supervisarnos. Toda la semana estuve tan emocionada de entrenar, que me levantaba antes de que sonara el despertador, me ponía los tenis y salía a la calle. Y el domingo no fue la excepción, a las 5:45 brinqué de mi cama, desayuné un pan con crema de cacahuate y una galleta de fibra de chocolate, me serví un termo con café y salí abrigada rumbo al Ocotal. Este bosque está en el Estado de México y tiene una altitud máxima de 3,530 msnm en un circuito de cuatro kilómetros, que recorrimos seis veces.
Corrí con mi querida Lau, así que las vueltas no nos alcanzaron para platicar todo lo que traíamos en la cabeza. Cuando cerramos la sexta vuelta no lo podía creer, me sentía increíble, como si solo hubiera corrido 12K. El paso no estuvo nada mal, a pesar de las subidas y bajadas de este lugarcito enmedio de la montaña, sacamos un ritmo promedio de 5:17 min/km. Al final unas quesadillitas, un agua de sandía enorme ¡y a disfrutar el domingo con mi familia!
Lau y yo decíamos que queremos imprimir un unicornio grandote e ir rellenándole pedacitos cada vez que cumplamos un entrenamiento. Pues cada una de estas pequeños pasitos son los que consiguen llevarte en el camino de donde estás hasta tu sueño. Y el nuestro es Boston.
Espero que estén muy bien, les recomiendo mucho entrenar en este lugar que protege las articulaciones con su superficie, estimula la generación de glóbulos rojos por la altura y desintoxica la vista, el oído y el olfato de la frenética ciudad.
¡Feliz semana!