Lo mío, lo mío, son los rinocerontes

Hoy amanecí sobre la bicicleta: la mañana fría y húmeda se fue pintando de sol y los árboles se vieron cada vez más verdes. A partir del cruce con Insurgentes, Reforma es un placer para cualquier ciclista: puedes ir rodando sobre la enorme banqueta viendo las bancas y los animales de la exposición y sintiéndote completamente seguro.

Esta ha sido siempre mi avenida favorita de la ciudad, me encanta pensar que conecta el Palacio Nacional con el Castillo (¡Gracias Maximiliano!). Y para los que no lo sepan, desde noviembre pasado hay  sobre esta calle una exposición de  especies en peligro de extinción, se llama Animal Celebration y las figuras enormes fueron dadas a artistas plásticos para que plasmaran su creatividad sobre ellos. Aquí van mis favoritos:

Este me encanta por sus uñas pintadas de rosa y porque las líneas que lleva encima me recuerdan a los bocetos que mi papá hace todo el tiempo en cualquier papel que le caiga cerca 🙂

Este tigre también me gustó mucho por los colores, pero me di cuenta de que lo mío, lo mío, son los rinocerontes:

De este ME MATA que tenga una pata con media de red y zapatilla!!!

Queratina tenía unas papas fritas padrísimas sobre la cabeza pero algún vándalo se las robó.

Y así seguí mi paseo hasta el Bosque de Chapultepec. No se puede rodar muy rápido, pues vas librando uno que otro peatón, y yo francamente no me siento todavía valiente para aventarme entre los coches, es peligroso y por más experiencia que tengas te puedes accidentar por la imprudencia de alguien más.

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¡Y llegué al Bosque! Entré y di una vuelta rápida, pues tenía que volver para la clase de natación, pero moría de ganas de quedarme ahí y llegar hasta el Lago, la próxima vez saldré con más tiempo.

De regreso me tocó ver algunos electricistas protestando: Señores ya de 50 o más años, con cara de buenas personas, preocupados, caminando cansados con pancartas. Difícilmente conseguirán otro trabajo y, separándolo del asunto político, hay más de 40 mil familias que se quedaron de un día para otro flotando, sin ingresos.

Y no son como los marchistas que estoy acostumbrada a ver, no son gente escandalosa ni agresiva, son tipos que están haciendo un último intento por recuperar lo perdido, aunque no parecen tener gran esperanza.

Y volvamos a lo mío, fue una rodada de dos horas con un poco de pendiente, pero en general suave. No me sentí cansada, pude nadar sin problemas y aunque ese Federico sigue dándome batalla, se que ya voy por menos 🙂

Aquí con mis coaches, que son lo máximo. Me consienten, pero me exigen lo suficiente para que vaya avanzando a buen ritmo. Chequen que olvidé las chanclas y anduve pisando los tenis por todos lados jeje.

La clase de natación fue dar vueltas y vueltas sin parar, llegué a mi casa bastante cansada y con las piernas adoloridas como no las sentía desde el maratón, así que comí rápido y me acosté a dormir mi super siesta de dos horas. Ahora después de mi capucchino con Chokis ya tengo la pila renovada para el resto del día, más tarde espero caer rendida y dormir mis ocho horas para mañana poder correr ya normalmente.

Pues eso, saludos y buena tarde desde el DF

Araiz